El sistema carcelario de Singapur se concentra básicamente en una enorme prisión, la prisión de Changi que alberga 23 000 presos. Se trata de un complejo con edificios altos y tecnología avanzada, un espacio confinado donde los reclusos ven raramente la luz del día. A principios de los años 2000, el Servicio Penitenciario de Singapur (SPS, Singapore Prison Service) encargó la mejora de su imagen a Burson-Martseller, una agencia que colabora con regímenes dictatoriales y empresas multinacionales. Desde entonces el SPS presenta la reinserción de los presos como su misión principal. Para apoyar su campaña de “reinserción”, el SPS creó el Care Network, un consorcio de instituciones que ayuda a los expresidiarios a reintegrarse en el mercado de trabajo una vez finalizada su pena. La Administración asegura que, en 2015, el 16% de los presos obtuvieron la garantía de un trabajo, antes de su liberación. A pesar de ello, las condiciones de reclusión son inhumanas, e infringen...
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